La Real Fábrica de Cristales de La Granja

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Gesaleicus
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La Real Fábrica de Cristales de La Granja

Mensaje por Gesaleicus »

La Real Fábrica de cristales de San Ildefonso es un buen ejemplo de las llamadas “manufacturas reales”. Estas manufacturas fueron promovidas por los borbones en España a lo largo del siglo XVIII siguiendo el modelo que el economista francés Colbert había impuesto en Francia en el contexto de su política mercantilista.

La financiación de estas manufacturas corría a cargo de la Real Hacienda y su producción, que en su mayor parte tenía un carácter suntuario, se destinaba a cubrir las necesidades del rey y de la Corte y evitaba tener que importar estos artículos de lujo.

Esta manufactura real tiene sus orígenes en el horno artesanal que instalaron en 1727 en el Real Sitio de San Ildefonso en Segovia dos maestros vidrieros catalanes: Ventura Sit y Carlos Sart, que habían trabajado en la fábrica de Nuevo Baztán, fundada por Juan de Goyeneche. El emplazamiento del horno fue elegido por los maestros, debido a la abundancia de bosques, que era garantía de combustible a muy largo plazo y también por la cercanía del palacio que Felipe V había comenzado a construirse allí en 1721.La producción del horno era fundamentalmente de vidrios planos y pequeños espejos así como de otros objetos de calidad y pretendía cubrir las necesidades del palacio real.

En el año 1736 cambió la orientación de la pequeña empresa gracias al patrocinio de Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, que venía siguiendo muy de cerca la labor de los vidrieros. Se comenzó ampliando el recinto primitivo con talleres y oficinas para poder instalar con mayor desahogo la fábrica de vidrios planos. Ventura Sit incrementó la plantilla laboral trayendo operarios de Cataluña y de la Alcarria y así pudo atender mejor la demanda de vidrios planos del palacio real de La Granja. La técnica del vidrio colado permitió la elaboración de planchas de grandes dimensiones. También se realizaron experimentos para la fabricación de espejos que dieron excelentes resultados y merecieron la aprobación real.

En el año 1745 Felipe V decidió transformar definitivamente la factoría en una gran manufactura real de cristales y espejos para lo cual se comenzó reformando y ampliando el edificio primitivo de la fábrica de planos con el fin de instalar allí nuevas dependencias. La gestión de localizar mano de obra extranjera para llevar a cabo esta ambiciosa tarea corrió a cargo de don José de Carvajal y Lancaster, Secretario de Estado y Presidente de la Junta de Comercio y Moneda. En julio de 1746 fallecía Felipe V y días después llegaban a la Granja los primeros maestros procedentes de Francia.
Con Fernando VI, la Real Fábrica de Cristales se llegó a consolidad gracias a la importante labor del citado José de Carvajal. La incorporación de los artistas europeos a la plantilla laboral de la fábrica determinó la organización de ésta en diversas áreas de producción, cuya actividad estaba condicionada por la especialización de cada uno de ellos. El maestro francés Dionisio Sibert, que llegó al Real Sitio en julio de 1746, dirigió la llamada “fábrica de franceses o de labrados”. La fábrica de alemanes, más tarde llamada de “entrefinos” estuvo a cargo del maestro Eder, que se incorporó en 1750. Al año siguiente llegaron los hermanos Brun, expertos en la elaboración de cristales al estilo de Bohemia.

Como complemento de las instalaciones de San Ildefonso, en Madrid se abrió un almacén con cuatro talleres: de grabado y tallado, de óptica, de azogado, y de dorado y batihoja. Un almacén de ventas completaba el sector madrileño de la Real Fábrica. Salvo el taller de óptica, los demás no tenían producción propia pues se encargaban de cubrir la fase de acabado y decoración de los productos que llegaban de San Ildefonso. En el de óptica se fabricaban anteojos de varias clases, lentes para gafas y barómetros y allí mismo se elaboraban los estuches de estos objetos. Con estas áreas de producción y una amplia y completa plantilla administrativa quedó definitivamente estructurada la factoría real. En 1749 se redactó un Reglamento interno que regulaba toda su organización laboral.
La producción durante el reinado de Fernando VI fue muy variada y de alta calidad. Además de grandes espejos, lámparas y otros objetos suntuarios se atendió también una demanda de necesidades más funcionales: instrumentos científicos y de óptica, lámparas para la iluminación municipal, cristalería de mesa y frasquería para embases. Toda esta producción fue tan cuantiosa que llegó a superar a partir de 1754 el volumen de ventas, lo que provocó una difícil situación financiera. En 1760, el año en que Carlos III ascendía al trono, había en el almacén de Madrid género sin vender por valor de 3 a 4 millones de reales.

La comercialización de los productos se hacía en los primeros tiempos en la propia fábrica de La Granja y sólo a partir de 1760 se centralizaron las ventas en el almacén de Madrid. En 1750 salió a la luz la primera tarifa de precios para los vidrios labrados y años más tarde, otra semejante para los planos. Estas tarifas no se elaboraron sobre las base de los costes de producción sino que se tomaron como referencia los precios del mercado francés, concretamente los de la fábrica de San Gauguin, decisión que, en opinión de Helguera Quijada fue desacertada, pues este nivel de precios resultaba muy alto para el mercado español. Por estas mismas fechas, el sector de producción con mayor demanda era el de vidrios planos, que suponía más de la mitad de los ingresos de la Real Fábrica. Siendo por otra parte muy significativo que las labores de grabado y tallado, -uno de los trabajos más selectos del establecimiento industrial-, tuvieran tan escaso nivel de ventas. Esta circunstancia obedecía muy probablemente a que los productos de alta calidad sólo estaban al alcance de un sector social muy restringido.
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Gesaleicus
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Re: La Real Fábrica de Cristales de La Granja

Mensaje por Gesaleicus »

Con motivo de la superproducción del año 1760, la Junta de Comercio y Moneda, -de la que dependía la Real Fábrica por una Real Orden de Carlos III-, decidió estimular las ventas haciendo una considerable rebaja en los precios al público, y sacó una nueva tarifa ateniéndose a este criterio. Con estos mismos objetivos, el Marqués de Esquilache, Secretario de Estado de Hacienda, planificó el envío a Nueva España de una parte del stock existente en los almacenes de Madrid por un valor aproximado de un millón de reales. La experiencia fue muy poco satisfactoria desde el punto de vista económico pues los ingresos no llegaron a compensar los gastos de expedición y, en consecuencia, las pérdidas fueron muy elevadas. A pesar de ellos se realizaron después otras exportaciones que tampoco aportaron beneficios a la Real Hacienda. Dentro de esta política de saneamiento económico se determinó en este mismo año de 1760, cerrar los talleres de Madrid y llevaros al Real Sitio de San Ildefonso.

Después de poner los medios para superar las dificultades financieras, se acometieron en este mismo período del reinado de Carlos III, una serie de mejoras técnicas. La primera y más destacada fue la construcción de una máquina de pulir vidrios, inventada por el ingeniero irlandés John Dollond en 1763, que era impulsada por energía hidráulica. En la década de 1770 se introdujeron nuevas técnicas en el grabado del vidrio y el alemán Segismundo Brun inició el procedimiento de dorar al fuego que fue un gran paso en la decoración de los vidrios labrados. En 1776 Dollond comenzó a instalar en La Granja una fábrica de acero y limas como dependencia secundaria de la de cristales para abastecer a ésta de herramientas y enseres necesarios para la elaboración del vidrio.

En un incendio ocurrido en 1770, quedó destruida la fábrica de vidrios planos, iniciándose enseguida la construcción de un nuevo establecimiento, que se realizó sobre un ambicioso proyecto del arquitecto Juan de Villanueva. La nueva fábrica tenía un núcleo principal con una nave rectangular de 1700 metros cuadrados de superficie en cuyos extremos se instalaron los hornos de grandes dimensiones. En posición longitudinal se alineaban las “carquesas” o arcas de recogido y en el centro de la nave había dos grandes mesas de bronce para verter el vidrio fundido. La nueva fábrica contaba además con múltiples dependencias y almacenes.

El período de la Real Fábrica que corresponde al reinado de Carlos IV es el menos documentado aunque es sabido que desarrolló una actividad importante gracias a la gestión del conde de Montarco, administrador general hasta 1810. El catedrático de química madrileño, don Pedro Gutiérrez Bueno, que trabajó como supervisor técnico en la factoría, se refería a ésta en los siguientes términos:

“…Por tanto, en el día, es un establecimiento de los más suntuosos de Europa, pues no hay quien pueda señalar otro que tenga la menor semejanza con éste. Y como es propio de su majestad, sus operarios se han esmerado y esmeran en ejecutar sus labores de tanto lujo y hermosura que han construido piezas incapaces de poderse imitar en otras fábricas extranjeras, como lo acreditan los grandes vidrios planos que se han hecho y pueden hacerse”.

A esta misma etapa corresponde la decoración de la Casa del Labrador de Aranjuez, en donde la Real Fábrica de Cristales se encargó de elaborar las lámparas, una de las cuales, la araña grande, es uno de los mejores ejemplares que se conservan.

El creciente agotamiento del combustible y el malestar creado entre los vecinos del Real Sitio por la pérdida de sus bosques, movieron al conde de Montarco a establecer una segunda fábrica, dependiente de la de San Ildefonso, en la villa de Coca, en el año 1803. Esta nueva factoría, semejante a la de La Granja pero de tamaño mucho más reducido, estaría destinada a la elaboración de cristales labrados. En 1805 ya estaba en actividad, con maestros que alternaban sus labores en esta fábrica y en la de La Granja. A partir de 1811 no nos han llegado más noticias de ella.

Con la guerra de la independencia se interrumpió la actividad en San Ildefonso, volviéndose a reanudar en 1815 pero con la plantilla laboral muy mermada por causa de las depuraciones políticas. Los últimos años de la fábrica fueron de un escaso rendimiento económico y fue cayendo en un abandono progresivo. Tras la muerte de Fernando VII, la regente María Cristina decidió alquilarla a la empresa privada. La factoría fue cerrada definitivamente en 1969.
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Eme
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Re: La Real Fábrica de Cristales de La Granja

Mensaje por Eme »

Muchas gracias, Gesaleicus :smt023 :D
"Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar." Marquesa de Sevigné.
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Yaiza
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Re: La Real Fábrica de Cristales de La Granja

Mensaje por Yaiza »

Muchas gracias Gesaleicus
Por encima de la torpeza y cobardía generales, aparece un ideal agrupador de regiones antagónicas y de clases en pugna, un ideal que extrae su fuerza del mutuo instinto de conservación y es el intelectual - no el poeta de ojos tristes
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