Preguntas cortas: La elecciones de 1933

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Eme
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Preguntas cortas: La elecciones de 1933

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LA ELECCIONES DE 1933

Dentro de las dinámicas que se enmarcan en las etapas iniciales de un régimen, no es insólito ni preocupante que el pueblo no refrende su sentir a quienes habían gobernado en los primeros momentos. En este sentido se enmarcan las elecciones de noviembre de 1933, ganadas por la derecha. Otro asunto es que sea bueno para el régimen la llegada al poder de grupos que no le aceptan, así como que los que le impulsa, y en este caso concreto las izquierdas, no acaten esos resultados.

Los sentimientos religiosos y económicos de una parte de la sociedad (individualizados o mezclados) parecían amenazados por la política obrerista y anticlerical de los gobiernos azañistas. La consecuente reacción no se limitó a esas políticas, dirigiéndose también hacia el sistema.

Del mismo modo, no se había olvidado aún la etapa final de la monarquía. Uniendo esto a lo anterior resulta claro que era el momento de la victoria de un fuerza política que no hubiese tomado partido ni por la monarquía ni por la república y que centrase su acción en la defensa del orden social tradicional y de la religión católica. Será la CEDA, Confederación Española de Derechas Autónomas, quién encarne esa vía.

Su origen parte de Acción Nacional, organización nacida en vísperas de las primeras elecciones republicanas, un año después denominada Acción Popular. Con una opción derechista común, las tendencias variaban y pronto se crearon dos facciones: los accidentalistas, dirigidos por José María Gil Robles y con la convicción de que la forma de gobierno no es tan importante como la defensa de los grandes principios morales y sociales conservadores, y los fundamentalistas monárquicos, como Antonio Goicoechea, para quienes la monarquía era insustituible.

Este segundo grupo abandonó Acción Popular, pasando a Comunión Tradicionalista o a Renovación Española. Solo los accidentalistas conseguirán ser un gran partido de masas, uniéndose a otros partidos regionales o laces, en lo conocido como la CEDA, fundada en marzo de 1933. Gil Robles, que se había distinguido en las Cortes Constituyentes como el más destaca parlamentario de la oposición derechista, fue elegido su presidente. El impulso fue el catolicismo y sus objetivos finales no estaban muy precisados. Se pretendía alcanzar el poder por medios legales para realizar una reforma constitucional que lleve a un Estado católico y corporativo. Era demasiado católica y conservadora para identificarse como fascista, aunque elogió el régimen austriaco del canciller Dollfus y aprobaron algunas medidas de Mussolini y Hitler.

Renovación Española, presidida por José Calvo Sotelo (que no desdeñaba considerarse personalmente como fascista), aspiraba a la instauración monárquica autoritaria (similar a lo que Maurras intentaba en Francia), tenía una orientación más clerical y tradicional y menos proclive que la movilización de masas que el fascismo puro. Este partido confiaba en la intervención del ejército.

Fundada en octubre de 1933, Falange Española si aparecía como más próxima al fascismo italiano. José Antonio Primo de Rivera, hijo del anterior dictador fue su fundador. Recibió impulso económico de sectores capitalistas cercanos a Renovación Española en un principio y directamente del gobierno italiano después. A inicios de 1934 se unirá con las JONS, también fascista, que no consiguieron el objetivo del apoyo social al estilo alemán o italiano, ni tampoco la fuerza necesaria para desarrollar violencia callejera. El primer apoyo vino de estudiantes universitarios; se intentó, por la Confederación Obrera Nacional Sindicalista, la atracción del apoyo obrero, pero no pudo competir con las organizaciones similares izquierdistas.

El apoyo empresarial (con la consecuente inyección financiera) se dirigió, en las elecciones que nos ocupan, hacia la CEDA y el Partido Radical.

La campaña registró un fuerte enfrentamiento dialéctico CEDA-PSOE. La ideología marxista del PSOE le impedía comprometerse plenamente con la democracia parlamentaria, pues no lo consideraban el camino definitivo hacia una sociedad sin clases, sino que veían en la República de 1932 una transición sólo útil para reforzar las estructuras socialistas en la medida en que satisficiera a la clase trabajadora. Las enormes expectativas de cambio no se habían cumplido en el bienio anterior y explica en gran parte la ruptura de los socialistas con los republicanos antes de las elecciones de 1933. Largo Caballero, máximo dirigente del partido en esos momentos, quería alcanzar el poder en solitario, como modo de iniciar la revolución social, bien por medios legales o rompiendo con la legalidad.

Solo Esquerra Republicana de Catalunya logró salvarse, y de modo parcial al ser superada por la Lliga Catalana, del fracaso sufrido en estas elecciones por los republicanos de izquierdas. En cuanto al PSOE, su mayor solidez, especialmente en el Sur, hizo que resistiese mejor, aunque obtuvo bastante menos escaños que en 1931.

Así las cosas, la CEDA y el Partido Radical fueron los grandes vencedores. Casi 100 diputados obtuvo la izquierda, dentro de los cuales se encuadran los 58 del PSOE, por 175 los republicanos de centro, con 104 de los Radicales, y las derechas casi llegaron a 200, con 115 de la CEDA.

Esta composición proporcionaba poca estabilidad, lo que se tradujo en que solo duró poco más de dos años y en ella se sucedieron diez crisis de gobierno, totales o parciales. Los aspectos fundamentales eran:

1 la imposibilidad de la unión Radical-Socialista, por el enfrentamiento entre Lerroux y los socialistas.
2 el hecho de que la CEDA no era republicana parecía imposibilitar el acuerdo centro-derecha.

Conviene realizar un breve análisis de los resultados.

- Parece que la influencia del sufragio femenino (en estas elecciones se desarrolló por primera vez) perjudicó a la izquierda republicana por la influencia mayor en las mujeres de clase media del catolicismo, pero no se puede cuantificar esa influencia.

- La fuerte campaña abstencionista llevada a cabo por la CNT, que supuso una abstención algo más alta que en 1931, si bien el número de votos que perdería la izquierda no pudo ser muy grande.

- La ausencia de una coalición entre socialistas y republicanos de izquierdas y el perjuicio que ello causó fundamentalmente a los segundos. Ello no debe ocultar si se suman los votos de los partidos de la anterior coalición solo hubiesen vencido en una cuarta parte de las circunscripciones, y ello sin contar con la posible unión de sus rivales ante su propia unión.

- Parece que la movilización de las derechas, sumidas en el desconcierto en 1931 fue otro factor.

- La canalización hacia el Partido Radical de muchos electores republicanos descontentos produce una lectura en la que se observa como, pese a la caída de la izquierda, la mayoría del pueblo español seguía apoyando a las fuerzas que proclamaron la República, si bien los abismos entre ellas eran insalvables por el momento.
"Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar." Marquesa de Sevigné.
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