Tadeo Haenke: Un ilustrado en el Alto Perú

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Tadeo Haenke: Un ilustrado en el Alto Perú

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Tadeo Haenke: un ilustrado en el Alto Perú

HISTORIA DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA. 1492-1824
29/01/2007

Marina Alfonso

La figura de este checo ilustrado, al servicio de la monarquía española, sirve para abordar el tema de “Las Expediciones Científicas” y para dar a conocer una figura singular y paradigmática de un hombre ilustrado que, como muchas otras, no ha sido muy afortunada con la historiografía, ya que el conocimiento, tanto sobre su biografía como su obra, ha sido fragmentario e incompleto.

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Tadeo Haenke (1761-1817) nació en el seno de una familia relativamente acomodada, lo que le permitió cursar estudios, aunque hubiera de recurrir a la ayuda de parientes y búsqueda de becas para financiar sus estancias y perfeccionar sus estudios.

En paralelo a su formación intelectual y, además, siguiendo la tradición familiar recibió con aprovechamiento una esmerada educación musical llegando a ser un buen organista y a aprovechar sus conocimientos para costearse la universidad dando clases particulares de música.

Estudios: A los 10 años consiguió una beca en Praga que le va a llevar a la capital del reino. A los 20 años obtuvo ya su diploma de Magister Philosofiae en la Universidad carolina de Praga. Ese mismo año -1781- inició los estudios de medicina y ciencias naturales y fue un estudiante excepcionalmente inteligente y activo y ya, durante este periodo de formación, realizó su primer experimento aerostático, sus primeras investigaciones y publicaciones científicas en el campo de la botánica que le valdrían la medalla de la Academia de Ciencias Checa y el impulso para el traslado a Viena en 1786. Allí se va a matricular en la Academia de Medicina Práctica y obtuvo un trabajo en el jardín botánico de Schönbrunn.

Publica nuevos trabajos de Historia Natural que le ganaron el respeto de la comunidad científica europea y fueron precisamente su carta de presentación para participar en la expedición científica de Malaspina.

El hecho de que un naturalista checo, inserto en la ilustración científica centro-europea, de un salto de este calibre fue gracias a un azar del destino y porque existían unas redes de información muy tupidas en la época que permitían estar al tanto de las novedades internacionales.

En la España de Carlos IV se estaba preparando minuciosamente, la que debía ser la culminación de todas las expediciones científicas organizadas a lo largo del siglo XVIII, para recoger información sobre los territorios españoles del Pacífico: América, Micronesia, Filipinas y, además, visitar otras regiones oceánicas fuera de su área de influencia, como Nueva Zelanda y Australia, y en 1789, una vez que ya se han cerrado las dotaciones, se creyó oportuno incorporar a dos miembros más, y fueron elegidos precisamente, por su preparación especial, el naturalista francés Luis Née, y el prometedor checo, Tadeo Haenke.

A pesar de la distancia entre Madrid y Viena, la invitación le llegó a Haenke con facilidad, aunque más difícil fue obtener de José II la autorización, y el círculo de protectores del joven naturalista tuvo que vencer la reticencia del emperador a lo que se podría considerar como una fuga de cerebros. Finalmente se le dio licencia bajo la promesa de volver a su patria al finalizar la misión.

Haenke tuvo que hacer un largo viaje, Viena, Munich, Estrasburgo, París, Orleans, Burdeos, Biarritz, Madrid -donde fue recibido por Carlos IV- y cuando llegó a Cádiz en Julio, ya habían zarpado las corbetas de la expedición. Pero Haenke había hecho un largo camino, por lo que no era cuestión de abandonar sin más la posibilidad de conocimiento y aventura que le deparaba el destino.

Cuando llegó a Cádiz se alojó en casa de unos compatriotas que poseían una sociedad mercantil que comercializaban cristales de Bohemia, precisamente la región natal de Haenke y al mes escaso de estar en Cádiz se embarcó en un mercante, el Buen Suceso, rumbo a Montevideo, que se hundió cerca del Río de la Plata y en Haenke tuvo que salvar su vida a nado y de nuevo perdió el barco. Pero no se desanimó, desde Buenos Aires viajó a caballo por el camino de postas hasta Mendoza y luego atravesó los Andes hasta alcanzar la costa occidental y en abril de 1790 llegó a Santiago de Chile y, por fin, se incorporó en Valparaíso a la expedición, instalándose ya entonces es un angosto camarote de la Descubierta.

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Dentro del grupo expedicionario se pueden reseñar algunos episodios que singularizan la intervención del científico bohemio, como fueron:
- la realización de una observación de las canteras de conchas fósiles de Coquimbo
- realizó exploraciones por la zona minera de Punitaki y Andacollo,
- desde Huánuco exploró las inmediaciones del río Amazonas,
- desde Guayaquil realizó una excursión al río Daule -donde tuvo la ocurrencia de llevarse a bordo un caimán vivo- y
- desde Realejo al Volcán del Viejo, donde salió ileso del encuentro con una serpiente cascabel.

Haenke mostraba siempre una predisposición para abandonar el barco y el puerto de atraque para dirigirse hacia el interior del continente y no perdía ocasión para multiplicar sus observaciones sobre las más diversas cuestiones de historia natural. Incluso, en el puerto nicaragüense de Realejo, comienza a reseñar las experiencias musicales, tomando nota de una serie de bailes que refleja con detalle en su diario. Luego serían numerosas las transcripciones de música y letras de las regiones del Pacífico que visitaron y, hasta escribió partituras con la melodía de los cantos de los pájaros exóticos.

La expedición siguió y llegó hasta Nutka y allí comenzó a descender hasta Acapulco desde, donde en compañía de otro expedicionario, entró en contacto con el interior del virreinato de Nueva España, encontrándose con mineros de Bohemia y Sajonia y siendo recibido en México por el propio virrey, el conde de Revillagigedo. Luego, tras un viaje de regreso lleno de peligro, se vuelve a embarcar y hace escala en la isla de Guam, en las Marianas para pasar a las Filipinas, donde permanece unos meses y trabó conocimiento con el botánico real y botánico de la compañía de Filipinas, Juan de Cuéllar, en cuya compañía observó los canelos, los cafetos y otras plantas tropicales y de allí a Nueva Zelanda, Australia, donde describe una nueva especie de gaviotas y en las islas Babau, en el archipiélago de las Tongas.

Cuando Haenke ve ya próximo el fin de su viaje de aprendizaje necesita prolongarlo más y añadir nuevas observaciones a su conocimiento, y en julio de 1793, al desembarcar en el Callao solicita al virrey, y obtiene permiso, para hacer el viaje por tierra desde Lima a Buenos Aires, donde se reuniría con sus compañeros para regresar a Cádiz.
Última edición por Pilux el 27 Oct 2011, 09:55, editado 1 vez en total.
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Pilux
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Re: Tadeo Haenke: Un ilustrado en el Alto Perú

Mensaje por Pilux »

Pero no ocurrió así, y no se sabe si cuando solicitó permiso al virrey su decisión fue premeditada o fue posponiendo la marcha. El itinerario del comienzo del viaje en el verano de 1793 es lógico, Lima, Jauja, Huancavelica, Cuzco, Arequipa, pero una vez que pasa la raya simbólica entre Perú y Alto Perú, que ya pertenecía al Río de la Plata en esta época, se demora en las misiones de Mojos, en Santa Cruz de la Sierra, Chuquisaca, Potosí, Oruro y Chiquitanía y al finales de 1796 se va a instalar definitivamente en Cochabamba.

Una vez que ya no forma parte del cuerpo expedicionario para el que había sido contratado sus medios de vida cambiaron ya que Haenke quería continuar con sus observaciones botánicas, por lo que compagina esta tarea con otra serie de informes destinados a los virreyes del Perú y del Río de la Plata, así como a los intendentes de las provincias.

Emite dictámenes sobre los temas más variopintos, las minas de Huancavelica, la composición química de las aguas minerales, la conveniencia de edificar cementerios extramuros, la utilidad medicinal de determinadas plantas, los metales de Potosí, la navegación y pescas fluviales, el método de capturar vicuñas, etc. y, aunque ejerce la medicina gratuitamente los remedios farmacéuticos que prepara, los cobra, como se desprende de la lista de precios que envía al hospital de La Paz en 1811 ofreciendo resinas, bálsamos, aceites, sales, tinturas, etc, y es de destacar también su contribución a la vacunación de la viruela en 1805 y 1806.

Estas actividades parece ser que le permitieron llevar más o menos una existencia desahogada aunque no se sabe con certeza si estas actividades estuvieron bien remuneradas o no, pero se conoce su actividad como factor de los cristales de Bohemia en la región y ese negocio sería lucrativo. De hecho, la compañía de los compatriotas que le habían acogido en Cádiz, serían los corresponsales del naturalista para la transmisión de noticias entre Bohemia y el Alto Perú durante los veinte años de su estancia en aquella región y además tenemos noticias de que recibía partituras desde Europa con las últimas novedades impresas, las sonatas de Kozeluch , Mozart, Haydn, Pleiel, adaptaciones para piano de las óperas de Haydn y se hizo llevar hasta Cochabamba un pianoforte, indicio de que no pasaba muchas necesidades y que estaba al tanto de los gustos musicales del momento en Europa.

Durante esta etapa continúa escribiendo y es a través de sus manuscritos como podemos adentrarnos en la curiosidad universal de este sabio ilustrado. Sus anotaciones versan sobre botánica, zoología, geografía, geología, mineralogía, astronomía, meteorología, medicina, farmacia, antropología, etnografía, filología y arqueología y hasta sobre fomento de la economía en la región altoperuana.

Haenke, solo sentía nostalgia de su familia y de su patria, en parte, como se desprende de esta carta enviada a su hermano en 1800:

“Anhelo el momento de volver a España y desde allí a mi patria aunque aquí me encuentro más tranquilo y mejor que en el caso de estar en Europa, pues vivimos en la mayor tranquilidad y felicidad. Es cierto que no existe ahora en todo el mundo una tierra mejor ni más afortunada”

Sin embargo, ese paraíso iba entrar en crisis hacia 1810 pero Haenke afronta la nueva situación con tranquilidad. El virrey del Río de la Plata le conmina a regresar a España pero él le solicita un año de demora, al tiempo que le presenta su renuncia a la asignación económica que, hasta entonces, venía percibiendo. El virrey le deniega la petición pero el movimiento independentista deja el expediente en suspenso.

No obstante, Tadeo Haenke se adapta a la nueva situación política con normalidad. Siguió su vida habitual en la región y ofreció sus servicios a la junta de Buenos Aires. Uno de los representantes del nuevo gobierno independiente, Pueyrredon, propuso que el nuevo gobierno se hiciera cargo de los dos mil pesos anuales de la asignación que había venido recibiendo del rey de España y, en esta tesitura le sorprenderá la muerte el 4 noviembre 1816, en su casa de Cochabamba.

Haenke fue una figura querida, popular, conocida en todas partes, como se desprende también de una de sus cartas. Le comenta a un amigo: “pon en las señas Cochabamba pues, desde esta ciudad me llegan todas las cartas, incluso, hasta los lugares más recónditos de Perú pues has de saber que en esta tierra todo el mundo me conoce”

En conclusión, Tadeo Haenke, fue un típico representante de la ilustración, un enamorado de la naturaleza, de la música y sobre todo de la América española, que se resiste a abandonar, y a la que dedica las alabanzas propias de un paisaje del alma. Un ejemplo, en suma, de la globalización de los tiempos modernos.
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Pilux
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Re: Tadeo Haenke: Un ilustrado en el Alto Perú

Mensaje por Pilux »

Menos mal que existe internet porque si no, no sé qué nombres habría acabado trascribiendo :oops:

Todo un personaje este hombre, un auténtico aventurero en todos los sentidos.
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Eme
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Re: Tadeo Haenke: Un ilustrado en el Alto Perú

Mensaje por Eme »

Muchas gracias compañera :D :smt023
"Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar." Marquesa de Sevigné.
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Re: Tadeo Haenke: Un ilustrado en el Alto Perú

Mensaje por Yaiza »

Muchísimas gracias Pilux.
Por encima de la torpeza y cobardía generales, aparece un ideal agrupador de regiones antagónicas y de clases en pugna, un ideal que extrae su fuerza del mutuo instinto de conservación y es el intelectual - no el poeta de ojos tristes
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