VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

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Yaiza
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VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por Yaiza »

VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Aunque el tiempo en los pueblos de la monarquía, parecía transcurrir más lentamente que en las ciudades y las vidas de sus habitantes estaban a merced de la naturaleza, regidas por la monotonía de las estaciones del año, las fiestas del santoral y las ausencias de noticias, sin embargo, no podemos hablar de un uniforme modo de vida rural, sino de una variedad de vidas rurales que están condicionadas por los diferentes climas de las diversas geografías, en definitiva por la altitud y la latitud.

De todas maneras, y en medio de esta variedad, la vida campesina se movía en una permanente precariedad, y así lo reflejaban el aspecto de las aldeas y de las casas, con apenas más huecos que la propia puerta y alguna ventana sin cristales, porque los huecos necesariamente tenían que ser pocos, porque sí bien permitían entrar la luz también por ellos entraba el agua o el frío en invierno y las moscas en verano. Tan solo en las regiones montañosas las casas estaban construidas, al menos parcialmente con piedras, en las mesetas castellanas las casas de adobe alternaban con las tapias de corralones y su color se confundía con el suelo en que se apoyaban o estaban encaladas, a veces, entre ellas destacaba alguna por su portal de piedra coronado con un escudo, era la casa de algún hidalgo, quizás tan pobre como sus vecinos pero de cuya calidad era prueba el blasón. En el sur y en el este de la península la cal que revestía todas las casas, cuidadosamente renovada cada primavera daba a las aldeas un aspecto más risueño y brillante. Pero la pobreza del interior de estas casas era habitual, con todo, no era menor que en otras partes, muchas no tenían más que una sola pieza, y era excepcional que tuvieran más de dos; el mobiliario se componía de una rústica mesa, de alguna alacena y de bancos de madera; las camas estaban con frecuencia formadas por una simple tabla, incluso se dormía sobre el mismo suelo. En un rincón de la pieza se encontraba el hogar donde se encendía un fuego a base de pequeñas ramas, aunque cierto era que la cocina no exigía muchos preparativos para el campesino pobre, el pan de centeno, el queso, las cebollas y en Andalucía las aceitunas constituían la base del alimento ordinario

Estamos ante unos grupos sociales en los cuales todo el mundo trabajaba, hombres y mujeres, piénsese en el cuadro de Brueghel el Viejo la Cosecha donde mujeres y hombres hacen tareas similares, recogiendo el grano o portando cestas con los frutos. No había sitio para el ocio, a no ser, que fueran jornaleros y estuvieran en paro. Y con ese género de vida los hombres y las mujeres pronto envejecían. A mayor abundamiento la mujer era tenida como un eterno menor de edad, del que no cabía fiarse demasiado, la imagen bíblica y predicada por los curas desde los pulpitos, de que el linaje humano se había perdido por culpa de la primera mujer, no cabe duda, que llevaba siglos influyendo en su concepto peyorativo. En los cuadros de tema rural aparecen los campesinos y campesinas con un aire, como de pasmados, que era el mismo que los escritores de la época reflejaban en sus obras literarias, ahí tenemos la boda aldeana de Brueghel, los desmedrados cuerpos de los campesinos mal nutridos y sujetos a mil privaciones, poco tenían que competir con los de los señores. Y esto lo sabían muy bien los contemporáneos, de forma que cuando alguien en el mundo rural destacaba por su gallardía podía pensarse que había algún misterio en su nacimiento, así lo refleja Tirso de Molina en el Vergonzoso en Palacio, el pastor Mireno se encuentra, tan por encima de sus coterráneos, que no puede menos, que reflexionar si su supuesto padre no era un gran señor.

Pudiera decir esto, que los campesinos de la monarquía hispánica estaban uniformemente hundidos en la miseria, tampoco, en el mundo rural existían notables diferencias debidas a las situaciones locales o a las situaciones personales. En Cataluña donde los colonos disfrutaban de arrendamientos de larga duración, había prósperos dominios campesinos cuyo centro estaba constituido por la Masía, sólida construcción de piedra, a la que algún detalle arquitectónico como un portal monumental o ventanas partidas con columnillas, le daba a veces, un aspecto señorial. En la región vasca, los arrendatarios de los casoidellos con algún ganado y pastos, tampoco pasaban penuria; en otras regiones menos favorecidas, había labradores que disfrutaban de un amplio desahogo, el personaje de Camacho el Rico que Cervantes oponía a Basilio el Pobre, no era una invención de la fantasía, sino que encarnaba un tipo social real, el del Cosechero, que hacía trabajar en sus campos a numerosos jornaleros y extraía buenos beneficios de los lotes de sus tierras que arrendaba a simples campesinos. Hay que recordar, que del mundo rural formaban parte no sólo los campesinos, sino también los que se dedicaban al cuidado de los ganados y que tenían dos tipos de existencia totalmente distintos, y además con frecuencia, enfrentados porque unos eran sedentarios y otros nómadas. Gabriel Alonso de Herrera en su obra Agricultura General descrita en la primera mitad del siglo XVI asignaba labor pastor solamente al que cuidaba el ganado lanar. Escribía labor pastor en el día se aplica exclusivamente al que guarda, guía y apacienta el ganado lanar, no indistintamente, a todo el que cuida inmediatamente de cualquier otro, al que cuida las cabras, se llama cabrero, al de las vacas, vaquero, al que cuida de los cerdos, porquero, y así etc., y estos son oficios muy diferentes, pues cada especie de ganado pide diversos métodos y no siempre iguales conocimientos.

Otra notoria diferencia en ese mundo y vida rural la daba la variante morisca con sus vestidos y costumbres propias, en el norte de Galicia, Cataluña junto con la Meseta Superior el morisco estaba ausente del campo, su presencia aumentaba en la Meseta Inferior, resultaba notable en algunas villas extremeñas y murcianas, y se convertía en mayoritaria al sur del Ebro, en Aragón, así como en el campo valenciano y en el granadino.
Por encima de la torpeza y cobardía generales, aparece un ideal agrupador de regiones antagónicas y de clases en pugna, un ideal que extrae su fuerza del mutuo instinto de conservación y es el intelectual - no el poeta de ojos tristes
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Eme
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Re: VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por Eme »

Gracias compañera :D :smt023
"Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar." Marquesa de Sevigné.
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marducki
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Re: VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por marducki »

:smt023
Elemental querido Watson...
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Yaiza
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Re: VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por Yaiza »

He conseguido poner la negrita y el subrayado... :lol: y verdaderamente era muy fácil... ahora que he intentado subir una imagen y ha sido imposible... :( , eso no está hecho para mí, otro día será.
Por encima de la torpeza y cobardía generales, aparece un ideal agrupador de regiones antagónicas y de clases en pugna, un ideal que extrae su fuerza del mutuo instinto de conservación y es el intelectual - no el poeta de ojos tristes
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marducki
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Re: VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por marducki »

pulsas img[img]AQUI%20DENTRO%20LA%20DIRECCIÓN[/img]
luego te vas a subir imagen
pinchas en browse y eliges el archivo
luego le das a cargar ahora
te sale la imagen, la pinchas y una vez que la tengas le das al botón de la derecha abrir imagen en pestaña nueva...
en la img que has puesto al principio del todo pegas esa dirección
a ver si tal
Elemental querido Watson...
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Yaiza
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Re: VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por Yaiza »

SEGUNDA PARTE DE LA VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Señalada esta gran diversidad, que podría seguir siendo matizada con muchas más muestras, atendamos a algunos de los componentes más determinantes que dirigían la vida cotidiana de estas comunidades, por una parte, estaban el cura rural, el hidalgo, los 3 o 4 representantes de profesionales liberales, como el médico o en sus veces el cirujano, o al menos el barbero, el escribano del ayuntamiento y algún comerciante y algunos artesanos como los herreros, carpinteros, zapateros y tejedores. Esto era, los que vivían a costa del campo; y por otra parte, los labradores ricos, eran los máximos exponentes del conjunto de pequeños propietarios, renteros y jornaleros. De todos ellos, los de mayor influencia en la vida de las villas eran el cura, el hidalgo y el labrador rico, pero con una clara evolución de dos de ellos, porque si el cura o el licenciado como se lee en Don Quijote mantiene inalterable su influencia sobre la comunidad, en cambio, el hidalgo la ve disminuir, según se va agudizando la crisis económica del siglo XVII y el poder adquisitivo de sus mermadas rentas desciende bruscamente.

Imagen

Precisamente la evolución inversa que experimentaba el labrador rico, que ya a fines del siglo XVI llevaba camino de convertirse en el nuevo personaje paradigmático del mundo rural. El cura rural como señor del pulpito, era el personaje clave en la vida diaria de los pueblos, y con frecuencia solía ser el escudo frente a los abusos de los ayuntamientos nombrados por los señores jurisdiccionales, era también el transmisor a sus fieles, en su mayoría analfabetos, de las órdenes emanadas de la monarquía, puesto que el rey era a la vez, y de hecho la suprema cabeza religiosa y política. El cura rural veía al rey como alguien designado por Dios, y poco menos, que su representante en la tierra. Como defensor de la fe, sostenedor de la Inquisición y perseguidor de los bandidos que asolaban los caminos. El cura era el que confesaba y daba la comunión, decía la misa, presidía las fiestas patronales y las romerías, y a falta de registro civil, tomaba nota de la vida del campesino desde su nacimiento con el bautismo hasta su entierro, participaba en las alegrías y las tristezas de sus feligreses, en sus bautizos, bodas y funerales. Y era el consejero de ellas y ellos a lo largo de las 24 horas del día. Tenía por tanto una posición tan fuerte que sólo el mismo podía destruirlas sí se convertía en glotón o en lujurioso, o en un codicioso afanado por negociar con los diezmos. Y esto de ser mal cura, no debía de ser tan raro, cuando llevó a Cervantes a hacer este elogio de un cura rural, el tío de Marcela rica y huérfana, a fe que se dijo esto en más de un corrillo en el pueblo en alabanza del buen sacerdote, que quiero que sepa señor andante decía el cabrero del lugar que en estos lugares cortos, de todo se trata y de todo se murmura y tener para vos como yo tengo para mí, que debía ser demasiadamente bueno el clérigo que obliga a sus feligreses a que digan bien de él, especialmente en las aldeas.

El labrador rico solía tener el control real de la villa en Castilla la Nueva, vivía en un caserón de dos plantas, encalado y ribeteado en azul y con una gran superficie ocupada por un patio interior. Este labrador tenía su tertulia, a la que acudían el cura, que era el señor licenciado, el médico o el barbero según los casos, y la personalidad de cierto fuste que de tiempo en tiempo se llegaba a la villa, principalmente religiosos de ordenes conocidas y residentes preferentemente en conventos de ciudades llamados para predicar en las novenas, en misiones de penitencia o cuaresmas. En esa modesta cumbre aldeana entraban en conflicto el labrador rico y el hidalgo de toda la vida, éste representaba un pasado que habiendo entrado en irresistible declive, no era capaz de superar, el primero poseía una hacienda rentable y en crecimiento, pero corría también un riesgo, que se dejará llevar por la mentalidad nobiliaria y cayera en la tentación de comprar una hidalguía o fundar una capellanía eclesiástica y ofreciera a sus hijos un futuro de ocio, de gasto y por eso de inevitable ruina, de forma paralela a la tentación del comerciante o del hombre de negocios en las ciudades. De este tipo de cumbres solía acabar saliendo nominado el alcalde del lugar, aunque la población fuera de señorío jurisdiccional, algo fundamental, porque el alcalde no era sólo el que gobernaba dicha población sino también el que administraba justicia, ya que ambas tareas están completamente mezcladas, el de Zalamea Pedro Crespo, replicaba a Don Lopé de Figueroa que no había de soltar al capitán que tenía preso, y ante sus amenazas le decía altivo, vos no debéis alcanzar señor, lo que en un lugar es un alcalde ordinario. Por ello, y dentro del general analfabetismo en que estaba sumido el mundo rural, se esperaba de los alcaldes, que además de estar inclinados por agradecimientos hacia los poderosos del pueblo, tuvieran algunos conocimientos.

Si se hiciera un primer balance de los trazos acabados de exponer y considerando todas sus matizaciones relatadas, nos sentiríamos tentados a rechazar como totalmente falso, el cuadro de la vida campesina que ofrece toda una parte de la literatura del siglo de Oro, y en especial, el cúmulo de comedias que muestran al campesino llevando una vida sencilla, cómoda y no aburrida, y sobre todo, sin problemas con el conjunto de personas influyentes del pueblo. En esto, hay que tener en cuenta, sin dudar, la idealización de la vida campesina, de la que se ocupa la gran moda “la novela pastoril”. No obstante, es bien cierto, que incluso para los menos pudientes, la monotonía de la dura vida cotidiana se veía puntualmente interrumpida por fiestas y regocijos, en los que participaba toda la comunidad aldeana, unas eran las festividades religiosas, fijas del calendario, entre otras: Navidad, Reyes, Pascua de Resurrección, Corpus Christi, la Ascensión, San Pedro, que era la fecha final para los contratos de arrendamiento, o la Asunción o Virgen de agosto, como la fiesta de las cosechas recogidas, otras eran la celebración del Santo Patrono o Patrona de la localidad, o las romerías que eran a la vez peregrinaciones y fiestas campestres, o la procesión anual a algún santuario próximo para implorar la protección divina o dar gracias. A veces, algún titiritero transeúnte levantaba un tabladillo en la plaza o en las eras para divertir a mujeres y a hombres con alguna falsa o con la evocación de leyendas heroicas.

Y finalizo, pudiera parecer que las comedias de Lopé de Vega, se limitaron a idealizar los alegres episodios de la vida campesina, pero en realidad reflejaron muchos aspectos de su diaria realidad, porque el teatro del Siglo de Oro hizo mucho más que mostrar sobre la escena al campesino, le dio oportunidad de vengarse del desprecio que era tenido generalmente por los otros grupos sociales.
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Yaiza
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Re: VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por Yaiza »

Gracias Marducki, parece que he conseguido poner la imagen, la verdad es que no sé ni lo que he hecho, pero ponía algo de url... y parece que me ha salido, pero muy chiquita... :roll: , bueno algo es algo...
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marducki
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Re: VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por marducki »

Yaiza escribió:Gracias Marducki, parece que he conseguido poner la imagen, la verdad es que no sé ni lo que he hecho, pero ponía algo de url... y parece que me ha salido, pero muy chiquita... :roll: , bueno algo es algo...
no pero url no tienes que ponerlo dentro del botoncito que pone img
el noveno de arriba al lado de donde esta la negrita y eso
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Re: VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por Stone »

Muchas gracias Yaiza, lo has hecho muy bien :smt023
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Re: VIDA RURAL EN EL SIGLO DE ORO

Mensaje por Yaiza »

Bueno, bien bien :?: pero se intenta :mrgreen:
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